miércoles, 18 de enero de 2012

POTASIÓN (parte I)

 A Jorge le volvió a despertar ese maldito dolor. Al abrir los ojos, habría querido que hubiera sido todo un mal sueño, pero no era así, lo confirmó cuando echó un vistazo entre los barrotes de su cama y vio a Angeles durmiendo a su lado acurrucada en un sillón a todas luces incomodísimo. Levantó la mano buscando el móvil en la mesita para ver la hora exacta. Sabía que tenía que hacerlo todo muy rápido, intentando mover lo mínimo posible la cabeza si no quería que se agravase la situación. - ¡Tres y cuarto! ¡Maldita sea!- pensó para sus adentros. Y es que las noches allí se volvían eternas...

 Aún no se había ido del todo el aturdimiento y ya le invadía el recuerdo de lo sucedido. Todo empezó en un día de invierno de vacaciones donde, después de llevar a la nena al colegio, se dirigió al centro de salud donde tenía cita previa a causa de una especie de resfriado que se estaba alargando más de lo debido. Sabía que tenía que haber ido antes, pero siempre iba posponiéndolo pensando que en esa semana tonta de vacaciones lo solucionaría. Jorge salía de allí un poco más tarde con dos recetas en la mano y una inyección de corticoides en el trasero -para que se te abrán los bronquios, que te los noto cerrados- le había indicado la doctora. El día transcurría dentro de lo previsto, y al posterior desayuno con Angeles en un bar cercano a su trabajo le siguió uno de sus hobies favoritos, que no era otro que dar un largo paseo sin tener otro objetivo que relajarse y evadirse un poco del estresante día a día.

 Al llegar a casa y desvestirse, se sorprendió de lo mucho que había sudado en comparación con el poco ejercicio realizado y, aunque recordaba que el día anterior había cogido la bicicleta y no había sudado tanto, no le dio más importancia. Después de una ducha, se dispuso a ingerir el típico sustento del "marido solo en casa en vacaciones" (bocata de lo que encuentre por la nevera y cervecita) y directo al sofá, a cumplir con las obligaciones patrias siesteras.

 Fue al despertarse e intentar enfundarse los vaqueros, cuando notó que algo no iba bien. Toda la parte posterior de su pierna le había sacudido como si acabara de jugar tres partidos de fútbol seguidos. Ya en la calle el asunto empeoró cuando quiso arrancar para cruzarla. Se quedó clavado y por poco se da de bruces contra el suelo. - Algo no va bien. No puedo iniciar un trote normal y casi me atropella un coche al intentarlo- le comentó a Angeles medio entre risas cuando logró llegar al lugar donde se habían citado. Pero las risas se fueron convirtiendo en preocupación conforme aumentaba la dificultad al caminar y el agarrotamiento se iba esparcíendo por la mano izquierda, la cual ya no se podía abrir en su totalidad. Era necesario una segunda visita al médico de guardía lo más pronto posible.